Terapia de Reemplazo con Testosterona

Resumen:

Si se confirma que estamos ante un caso de déficit de testosterona, lo cual es bastante frecuente, lo más adecuado es optar durante un periodo por una terapia hormonal sustitutiva mediante una de las diferentes modalidades de testosterona bioidéntica existentes.

Dependiendo de cada caso, personalizaremos el tratamiento, si se debe preservar la fertilidad tomaremos las medidas adecuadas.

Introducción:

La impotencia o la disfunción eréctil es la incapacidad de lograr o mantener una erección lo suficientemente firme para mantener una relación sexual normal.

La incapacidad de mantener una erección es un problema crónico muchas veces. Influyen en ella, factores psicológicos o físicos más o menos graves que pueden provocarla, nosotros preferimos hablar de disfunción sexual, ya que de este modo evitamos el estigma despectivo que pueda tener el término “impotencia” y al mismo tiempo incluimos tanto la disfunción eréctil, como el deseo sexual hipoactivo que sería la falta de libido o una libido bajo.

Por motivos culturales y sociales, los hombres evitan comentarlo en las consultas médicas y muchas veces son incomprendidos, lo que tiene sus efectos reflejados en la propia autoestima y en la convivencia pareja.

Un hombre al amanecer, con cierta frecuencia experimenta una tumefacción o erección llamada matutina, porque el sistema nervioso autónomo estimula los nervios para relajar los músculos lisos, dejando a la sangre fluir en los tejidos del pene.

En este sentido, las disfunciones fisiológicas, como se le conoce a los  niveles deficientes de la hormona masculina, (testosterona) pueden ser responsables de la disfunción eréctil especialmente, una testosterona libre baja. Otras causas son: el bloqueo de las arterias o una incapacidad de los vasos sanguíneos dentro del pene para almacenar la sangre, por existir fugas venosas.

Cualquier hombre puede experimentar una disfunción eréctil ocasional. Una vez establecida se define como la incapacidad para mantener una erección suficiente para el coito, en la cuarta parte de los intentos.

Es más común de lo que se cree y en algunas casuísticas un tercio de los hombres que acudían a consulta, se quejaron de padecerla en cierto grado.

Los niveles de testosterona descienden gradualmente después de la edad de 30 a 50 años; a la edad de 45 años han descendido en cerca de un 38,7%, de los hombres, según el estudio hecho por Mulligan en el año 2006, pero esto no necesariamente será el factor causal, ya que las hormonas masculinas, no son la única razón para tener un problema de este tipo.

También la arterioesclerosis (obstrucción de las arterias), cardiopatía (enfermedades del corazón), diabetes e hipertensión son algunas enfermedades que pueden estar presentes.

Aparte de la epidemia del siglo XXI, la obesidad, explica que en la práctica la mitad de los obesos 30 y 50 años, presenten una testosterona baja, según estudios recientes.

El síntoma característico de la impotencia es un cambio en la calidad de la erección, ya sea en términos de rigidez, o en la capacidad de mantener la erección, o ambos.

Lo que con frecuencia conduce a una eyaculación precoz, por la ansiedad que obliga, al que se encuentra en esta situación, ya sea voluntaria o involuntariamente a precipitar el orgasmo, por temor a perder la firmeza de la erección.

La impotencia psicológica tiende ser abrupta y estar relacionada con una situación reciente y las erecciones matutinas están conservadas, no así en la impotencia física que ocurre gradual pero continuamente por un tiempo prolongado. Además, con la impotencia psicológica, una persona puede tener una erección en algunas circunstancias, pero no en otras.

Si la impotencia persiste por un período de más de tres meses y no es debida a un suceso estresante evidente, debe ser estudiada, mediante un análisis de sangre para descartar un posible déficit de testosterona libre sobrevenido en la edad adulta.

Puede ser lo que se denomina un síntoma centinela (que nos alerta de otros problemas graves, como la ateroesclerosis, la diabetes o la hipertensión).
Los factores psicológicos relacionados con la impotencia se consideran significativos, evidentemente aquellos que sufren de depresión, por ejemplo pueden experimentar dificultad en ser excitados sexualmente.

Los problemas en una relación también pueden explicar la disfunción eréctil, lo mismo ocurre con los tratamientos que reciben (algunos medicamentos la pueden inducir).

Como ya hemos tratado anteriormente, los niveles bajos de testosterona libre son una de las causas más frecuentes, de disfunción sexual sobrevenida en el adulto de mediana edad.

Altos niveles de la hormona femenina estrógeno, también explican la impotencia experimentada por los hombres, esta puede tener un origen endógeno o exógeno.

En este último caso actúan, como perturbadores endocrinos y aumentan ambos la proteína transportadora, con lo cual habrá menos testosterona libre.

Las anormalidades de la hipófisis: en particular aquellas que producen altos niveles de la hormona prolactina, o un déficit de FSH ó LH ó las alteraciones de la glándula tiroides.

Puede ser causado por factores genéticos, una enfermedad conocida como el síndrome de Klinefelter, Reifenstein, Noonan, Prader Wili, etc, etc. Lo mismo ocurre con una lesión física, la radiación u otras enfermedades como la parotiditis en la infancia.

Los Medicamentos:

Cerca de una quinta parte, de los casos de impotencia pueden atribuirse a los medicamentos. Muchos medicamentos pueden causar disfunción eréctil. Afortunadamente, la condición siempre se resuelve cuando se cambia la medicación.

Entre los medicamentos que pueden causar impotencia están muchos de aquellos llamados antihipertensivos (en particular los diuréticos y los bloqueadores betas).

Los medicamentos usados en la quimioterapia y la mayoría de los empleados para los problemas psicológicos, incluyendo algunos antidepresivos, y antipsicóticos. Lo mismo ocurre con cualquier sustancia ilícita y el etilismo.

 Factores psicológicos:

Prácticamente en cada caso de impotencia puede haber temas emocionales que eventualmente afectan, tanto la autoestima como las relaciones de un individuo y pueden hasta perpetuar la disfunción eréctil.

Muchos hombres tienden a culparse por su impotencia aun cuando ésta es indudablemente causada por problemas físicos, sobre los cuales ellos tienen poco control.

Se debe evitar la ansiedad de rendimiento o anticipatoria, que puede desencadenar un bucle, del cual es difícil salir si la persona es muy obsesiva y perfeccionista.

 Conclusiones:

En caso de testosterona baja, lo más adecuado es optar durante un periodo, por una terapia hormonal sustitutiva, mediante una de las diferentes clases de testosterona bioidéntica (igual que la natural) existentes.

Teniendo siempre en cuenta, si la persona desea conservar la fertilidad, ya que de lo contrario la producción de espermatozoides se verá afectada, si no se estimula a continuación la hipófisis.

Acompañando siempre este tratamiento con un antiestrógeno por vía oral, para evitar que una enzima llamada aromatasa, transforme el andrógeno que estamos aportando en estrógeno y de esta manera, el rendimiento de nuestra intervención será la óptima esperada.

 

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