Andropausia y Depresión

Resumen:

En primer lugar, tenemos que aclarar que el término “andropausia”, no es un equivalente masculino de la menopausia, lo utilizamos en sentido figurado para referirnos al déficit de testosterona (T) libre sobrevenido en el adulto.

 En segundo lugar, debemos distinguir la depresión de la distimia, aunque ambas son trastornos de la afectividad, les diferencia, la gravedad y el tiempo transcurrido, siendo más aguda y grave la depresión mayor.

Desarrollo:

Desde hace tiempo se sabe que la principal hormona masculina la testosterona, o androsterona tiene propiedades antidepresivas, si bien los mecanismos por los cuales esto se produce eran desconocidos hasta hace poco.

Recientemente es sabido que hay una región situada en el hipocampo, que es una zona relacionada con la memoria, especialmente episódica y espacial y la respuesta ante el estrés.

Es en esta área ubicada en el interior del lóbulo temporal, conectada con la corteza cerebral, donde los efectos positivos de esta hormona, actúan como mediadores.

En comparación con los hombres, las mujeres son dos veces más vulnerables a padecer trastornos del ánimo como la depresión, pudiera ser una explicación del hecho, qué en el género femenino, su cantidad es entre 20 a 30 veces inferior.

En el Déficit de T libre del Adulto, también es frecuente que aumenten los eventos depresivos y de ansiedad.

Se ha encontrado un marcador molecular que es imprescindible para que la hormona masculina tenga el efecto debido sobre el estado de ánimo, combatiendo así la tristeza recurrente en la que se puede incurrir en estos casos.

 Los valores de T decrecen en un 1,6 % anualmente después de los 50 años de edad; sin embargo, pueden existir diferencias individuales. Los valores de T total disminuyen en un 35 % en los hombres de 20 a 80 años de edad, en tanto la T libre (Tl) disminuye en un 50 %.

 Se ha demostrado que con la edad ocurre una pérdida del ritmo circadiano (noche-día) de la secreción de la T, en el adulto mayor, así como una elevación de las SHBG.

La mayor parte de la T circulante está unida a la SHBG y constituye la fracción no biológicamente activa, en tanto solo el 2 % circula en forma libre para ser utilizada por las células del organismo.

Los niveles de SHBG aumentan con la edad, por tanto, cuando existen mayores concentraciones de SHBG circulante hay menos Testosterona libre circulante.

 Se le ha dado gran valor clínico a la determinación del índice andrógeno libre (FAI) el cual se determina de la siguiente forma: T/SHBG x 100. Cuando los valores de FAI disminuyen en un 50 %, generalmente se observan las manifestaciones clínicas de la andropausia.

La dihidrotestosterona (DHT) es un producto metabólico de la T, que contribuye al desarrollo de la hiperplasia benigna de la próstata. La DHT se produce en el cerebro, la piel y las glándulas suprarrenales y es la hormona esteroide más abundante en el organismo.

A medida que el hombre envejece las concentraciones de DHT disminuyen. A los 45 años de edad la producción de DHT es la mitad de la que tiene un sujeto de 20 años.

La dihidroepiandrotenediona (DHEA) también disminuye a medida que avanza la edad en los hombres, la disminución de las concentraciones de la GH, del factor de crecimiento 1 similar a la insulina (IGF-1), de la melatonina.

 Los valores de leptina (hormona que controla el hambre y la saciedad) están aumentados en los hombres con baja testosterona, lo que podría explicar en parte los cambios encontrados en la distribución de la grasa corporal.

El incremento del tejido adiposo, en particular el abdominal, en el hombre mayor se asocia a un aumento de la actividad de la enzima aromatasa, la cual convierte la T en estradiol (E2), lo que se traduce en una disminución de los valores de T y un aumento de los de E2.

Toda esta compleja cascada de acontecimientos bioquímicos, nos conducirán a una situación de disminución de la hormona disponible, con las consiguientes consecuencias a nivel psicológico, que de hacerse crónicas.

Y esto, puede desembocar o facilitar un cuadro de trastorno del ánimo que puede ser soterrado o no, en caso de manifestarse inequívocamente, algunos de los síntomas serán los siguientes:

  • Estado de ánimo alterado o pérdida del interés o placer en casi todas las actividades habituales, con tristeza desesperanza o apatía, falta de iniciativa e irritabilidad.
  • Disminución de la motivación sexual, pérdida de energía y fatiga. Sentimientos de inutilidad, reprocharse a sí mismo o de culpa excesiva o inapropiada, disminución de la capacidad de concentración e indecisión.
  • Puede haber pérdida de peso y poco apetito o bien aumento del apetito con ganancia ponderal y en cuanto al sueño puede haber insomnio o somnolencia.

En algunos pacientes, dependerá de la personalidad y la tolerancia al estrés, rasgos de inseguridad y sentimientos de culpa, el grado de dependencia medio ambiental y el modo de relacionarse socialmente.

 Todo lo cual puede actuar como un catalizador para desencadenar una tristeza patológica.

Conclusiones:

Generalmente el paciente es renuente a consultar, por temor a que le estigmatice, o pensar que su autoestima, se verá aún más afectada, todo lo cual lleva a un círculo vicioso y todo empeora, si no es bien diagnosticado con un análisis sanguíneo.

También es importante mencionar aquí que algunos medicamentos, tales como antihipertensivos y algunos psicotrópicos, pueden tener efectos sobre la libido y el desempeño sexual, lo que puede empeorar la problemática si no se hace un diagnóstico diferencial adecuado.

Si se requiere un tratamiento con un medicamento se debe seleccionar aquel que no tenga este tipo de efecto secundario indeseable.

Por último, hemos de destacar que los efectos de las hormonas masculinas, son significativos sobre el estado de ánimo, la afectividad, el emprendimiento, la calidad del sueño y los procesos mentales en general. En caso de déficit, tenemos como herramienta principal, la terapia hormonal sustitutiva. Este tratamiento es inocuo en general y no tiene sentido posponer su uso cuando el caso lo precise.

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